viernes, 16 de mayo de 2014

CORAZÓN ROTO

16 de Mayo 2014

Hombre mirando el mar-Algunos derechos reservados

Por Leonardo Garvas

Todas esas horas esperando en los lugares que repugnan, la sensación de no poder soportar ni un segundo más, la noticia que nos hace preguntarnos cómo podremos sobrevivir después de ese momento, la traición impensable, la decepción devastadora, la canción que nos recuerda a un muerto, a los muertos, lo muerto en el pasado, lo que nunca hubiéramos querido haber dicho, la promesa rota por tercera vez, el lugar al que nunca volveremos, el que nunca volverá a hacernos felices, el sonido de una ambulancia acercándose, la desesperación de un cuerpo que no reacciona, los rastros de sangre en los interiores del auto inservible, las noticias que se dan por teléfono con voz que se quiebra, lo que tratamos de no recordar de tanto que nos avergüenza, llamadas que ya no podemos hacer, madrugadas despierto en silencio para no despertar a los demás, observar la televisión sin buscar nada, fotografías que perdieron el sentido, cartas que fueron escritas con ira y fueron leídas a medias, conversaciones que se sostienen por obligación, saludar con desgana, alguien que hace como si no te conociera, bromas que perdieron su gracia, la ropa que ya no será usada, comida podrida por días, derrotas de tu país, saberse incapaz de amar, de perdonar, de empezar de nuevo, casas derrumbadas, parques que dejaron de existir, saber que pronto volverá a suceder y no saber cómo lo superarás, cartera vacía, anhelar ciertos tiempos, haber agotado las excusas, saber por experiencia que no puede ser tan bueno, sin ánimo de hablar, comer lo que haya, atún, pan solo, café sin azúcar, por no querer cocinar, por no tener ánimo, dinero; tratar de mantener la esperanza de alguien, acostumbrarse a lo inimaginable, nunca acostumbrarse a lo inimaginable, saber que la pérdida se volvió cotidiana, cansado de quedarse a milímetros de lograrlo, no encontrar emoción alguna en el rostro del viejo conocido, saber ineficaz lo que antes hubiera podido funcionar, saber que jamás volverás a decirle lo mismo, a estar juntos, a escucharle, un abrazo imposible que ahora parece más valioso que lo preservado, la taquicardia cuando despiertas a media noche, los intentos inútiles de otros, ver lo perdido en los que te rodean, envidiar su corazón funcional, envidiar al que todavía no ha errado. Aun así, sin saber de dónde y a fuerza de qué, tener la energía de escribir y continuar cada día sin darse por vencido.


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