viernes, 16 de mayo de 2014

EL MUNDO ES UNA PLAZA

16 de Mayo 2014

La plaza de San Marcos, en Venecia.

En el mundo hay miles y miles de plazas espectaculares, casi tantas como pueblos o ciudades. Son el corazón de la vida ciudadana, un imán que atrae a los turistas, el punto neurálgico de muchas ciudades y pueblos. Sirven como punto de encuentro a sus habitantes, como un acogedor espacio de descanso y refrigerio al visitante, para ver pasar a la gente, hacer algunas compras o tirar fotografías. Seguramente cada viajero tiene su propia y personal selección, pero estas son, probablemente, algunas de las más atractivas del mundo.


PLAZA DEL MERCADO (CRACOVIA, POLONIA)
Un tesoro medieval a prueba de guerras

A la Rynek Glowny (plaza del mercado) de Cracovia, en Polonia, debieron de protegerla durante la Segunda Guerra Mundial con algún conjuro mágico. Esta joya de la arquitectura medieval situada en la antigua capital de la realeza polaca, frente a la impresionante basílica de la Asunción de Nuestra Señora, está considerada como la plaza medieval más grande de Europa (40.000 metros cuadrados) y, desde luego, la más importante del país.

Plaza Rynek Glowny de Cracovia (Polonia). 

Está rodeada de casas burguesas y palacios de origen medieval, dominados por la Lonja de los Paños, del siglo XVI, donde hay puestos de artesanía y recuerdos que mantienen una tradición comercial que se remonta a la Edad Media. Los vendedores de flores y los artistas callejeros mantienen viva la magia de la plaza. Frente a los mercaderes, el toque civil la pone la Torre del antiguo ayuntamiento, también del siglo XVI, que hoy sirve de espectacular mirador turístico. Añaden un toque religioso la Basílica de Santa María, con sus dos torres de alturas dispares, y la modesta iglesia de San Adalberto, del siglo X.

Se recomienda visitar la plaza durante el festival de teatro callejero del mes julio o durante las fiestas navideñas para ver los belenes. Además, en dichas fechas se instala en Cracovia un mercado que dura un mes y cuyos puestos se disponen frente a la Lonja de los Paños.

PLAZA DE SAN MARCOS (VENECIA)
Mosaicos, mármoles, palomas y turistas

Para no sucumbir al romántico encanto de La Serenísima hay que tener el corazón de piedra. En el centro de Venecia, la plaza de San Marcos sintetiza el esplendor del pasado de la ciudad y también su presente. Está siempre abarrotada de bandadas de palomas y turistas, aunque todas las miradas se dirigen hacia la asombrosa basílica de San Marcos. Nadie se escama con los exorbitantes precios de sus cafés, pues desde ellos uno puede deleitarse con su batiburrillo arquitectónico de destellantes agujas, cúpulas bizantinas, mosaicos y mármol, junto con su exquisito vecino de color rosa y blanco, el Palacio Ducal.

Interior del café Florian, en la plaza de San Marcos de Venecia.

Para crear una maravilla arquitectónica como la basílica de San Marcos se necesitaron más de 800 años de laborioso trabajo y un barril de manteca: cuenta la leyenda que en el año 828 los astutos comerciantes venecianos sacaron el cadáver de San Marcos a escondidas de Egipto dentro de un barril de manteca de cerdo para evitar la inspección de los aduaneros musulmanes. Las autoridades eclesiásticas de Roma no veían bien la inclinación de Venecia por glorificarse a sí misma tanto como a Dios, pero la ciudad les desafió levantando la basílica a su propia imagen, con bulbosas cúpulas bizantinas, planta de gruz griega, un rosetón gótico y paredes de marmol egipcio. Desde lo alto de su campanile los turistas se deleitan con las vistas panorámicas de la laguna veneciana.


La otra gran obra de la plaza es el Palazzo Ducale, con su elegante y refinado revestimiento rosa. Fue la sede del gobierno durante casi siete siglos y sobrevivió a guerras, conspiraciones y crisis económicas. Para los amantes de las intrigas palaciegas y las historias truculentas, el palazzo ofrece un fascinante Itinerari Segreti para descubrir los altos secretos de estado que esconde su ático (incluidas salas de interrogatorio, celdas, sala de juicios…).

Pero en la plaza hay más: el museo Correr con su pinacoteca y su gran joya, la Librería Nazionale Marciana, del siglo XVI, cubierta de enormes retratos de filósofos pintados por El Veronés, Tiziano y Tintoretto. La cara moderna de San Marcos la pone el Negozio Olivetti, bajo las arcadas de la plaza, un comercio que en su día, cuando fue abierto en 1957, fue considerado una provocación. Olivetti, pionera de la alta tecnología, transformó una estrecha y oscura tienda de recuerdos en un escaparate para sus elegantes máquinas de escribir, abriendo amplias cristaleras a la plaza. Hoy los visitantes pueden recorrer suelos de azulejos de cristal de Murano en llamativos colores, suben por una escalera flotante de mármol blanco y pasan frente a paredes de estuco satinado, todo en un guiño a las tradicionales acquae alte (mareas altas) que suelen inundar la ciudad en otoño y primavera.

Y puestos a hacer un alto, el Café Florian es uno de los mejores de la plaza, con pinturas románticas, grandes espejos y una agradable orquesta por la noche. Merece una visita por sí mismo.

PLAZA ROJA (MOSCÚ)
Bajo la mirada de Lenin



Entrar en la plaza que reúne los edificios emblemáticos de Rusia en torno a una amplia zona peatonal adoquinada es siempre una experiencia genial. Por separado, los edificios de la Plaza Roja son impresionantes, pero en conjunto son electrizantes (más aún por la noche, cuando están iluminados). Los muros y torres de ladrillo rojo del inmenso Kremlin bordean el extremo oeste de la plaza. Frente a él podremos presentar nuestros respetos a Lenin, entrar después en el GUM, el histórico centro comercial de la capital que acoge ahora a las grandes marcas occidentales, y visitar también el museo Estatal de Historia de la catedral de San Basilio, un edificio que expresa mejor que ningún otro la idea de Rusia.

La plaza separa el Kremlin, la fortaleza real donde reside el presidente de Rusia, del histórico barrio comercial de Kital-górod. Además, desde aquí parten también las principales calles de Moscú y, más allá, las autopistas que conectan la capital con el resto del país. Se considera, por tanto, el kilómetro cero moscovita y el centro del país. Una curiosidad: su nombre no se debe a los rojos ladrillos que la rodean, ni es una referencia al comunismo; proviene de una palabra rusa que significa bonita y que se aplicó al principio solo a San Basilio y después, por extensión, al toda la plaza.

La vista al Kremlin es casi obligatoria; sus instalaciones y museos están abiertos de viernes a miércoles.

PLAZA STANISLAS (NANCY, FRANCIA)
Belleza neoclasica

Vista general de la plaza Stanislas, en la ciudad francesa de Nancy.

En Nancy se respira un ambiente de refinamiento acorde con su dulce y femenino nombre, especialmente en la plaza Stanislas. Este gran espacio neoclásico data de cuando Nancy era la capital de los duques de Lorena y es mundialmente conocida como una plaza de extraña e inusual belleza. Las fuentes rococó, las deslumbrantes puertas doradas de hierro forjado y los opulentos edificios que la rodean forman uno de los conjuntos más elegantes de la arquitectura del siglo XVIII de toda Francia, incluidos el ayuntamiento y la Ópera Nacional de Lorraine, el Hotel de la Reina y el Museo de Bellas Artes.

La plaza fue proyectada por Emmanuel Héré en 1750 y la preside, en el centro, la estatua del hombre que le da nombre, Stanislas, el culto duque de Lorena que la encargó construir para conectar la nueva ciudad que se había ido levantando desde el siglo XVII con la antigua zona medieval.

Stanislas es una buena excusa para visitar Nancy, una refinada ciudad del departamento de Lorena con buenos museos, jardines y tiendas de cristal Daum y Baccarat, que durante mucho tiempo se ha beneficiado de una curiosa mezcla de innovación y sofisticación. Aquí floreció el movimiento Art nouveau impulsado por el espiritu rebelde de los artistas locales, quienes demostraron que los objetos cotidianos también podían ser maravillosamente bellos. Hay un museo dedicado a esta Escuela de Nancy en una casa de campo a unos dos kilómetros al suroeste del centro.

Merece especialmente la pena visitar el museo de Bellas Artes, en el lado oeste de Stanistas.


PLAZA MAYOR DE SALAMANCA
Ambiente estudiantil y vinos para todos


Soportales y terrazas en la plaza Mayor de Salamanca.

Como buena ciudad estudiantil, en Salamanca saben bien cómo organizar un buen ambiente de marcha nocturna; uno de los lugares perfectos para ello es su concurrida Plaza Mayor, considerada por muchos como la más hermosa de España. Iluminada por la noche o bañada por el sol a medio día, siempre hay algo especial que cautiva al visitante en ese cuarto de estar dorado de la ciudad, rodeado por una estructura de tres pisos proyectada por el arquitecto Churriguera, en un armonioso estilo barroco, entre 1729 y 1756.

Las mesas de las terrazas son perfectas para ver pasar a la gente y maravillarse con la belleza de su arquitectura. La población estudiantil (que frecuenta los bares y olvida los libros, como manda la tradición desde hace siglos) garantiza que el ambiente no sea demasiado serio. Entre los cafés está el centenario Novelty, que al estilo del madrileño café Gijón ha sido un lugar de encuentro habitual de literatos y artistas desde 1905. Uno de sus más ilustres clientes fue Unamuno, que tenía aquí su tertulia diaria.

Junto a la plaza Mayor se encuentra el mercado central de Salamanca, repleto de puestos con excelentes productos.

PLAZA DE LA CIUDAD VIEJA (PRAGA)
Día de mercado




Los magníficos colores pastel tan característicos de Centroeuropa son la gran atracción de la Staromětské náměstí (plaza de la Ciudad Vieja) de Praga, uno de los enclaves urbanos más bellos del viejo continente que se utilizó como mercado central de la capital checa durante siglos. Es casi imposible no dejarse cautivar por las agujas gemelas de la iglesia de Nuestra Señora de Tyn o ante el barroco pastel de bodas de la iglesia de San Nicolás. El punto estratégico de la plaza que no se pierde ningún turista es la torre del antiguo ayuntamiento, cuyo reloj astronómico, todo un mito en Praga, cobra vida cada hora. Se dice que a su creador, Master Hanus, lo dejaron ciego para que no pudiera repetir la obra en otro lugar.

La otra joya de la plaza es la iglesia de Nuestra Señora de Tyn y sus inconfundibles agujas góticas del siglo XVI, como salidas de un cuento de hadas. Se alzan tras la escuela Tyn, de cuatro pisos, que eclipsa el resto del edificio. La iglesia solo abre para los servicios religiosos, pero se puede mirar por las puertas de vidrio. Detrás está el adoquinado patio Tynsky dvur.

Sí, ya lo sabemos: la plaza es comercial y está abarrotada. Pero es muy bonita y resulta imposible no disfrutar del espectáculo. Además es un centro de referencia imprescindible para descubrir la laberíntica Ciudad Vieja, el corazón de Praga, con sus calles adoquinadas en las que no queda otro remedio que disfrutar callejeando sin intentar orientarse; resulta casi imposible.

Estamos en el territorio de Kafka, que engloba también el antiguo gueto judío, sus sinagogas y el cementerio.

GROTE MARKT (AMBERES, BÉLGICA)
Un triángulo renacentista



Bruselas tiene la fama de tener la plaza más bonita de Bélgica, la Grand Place, pero la Grote Markt de Amberes es tan encantadora y animada como aquella, pero en un espacio más íntimo. Lo más sensacional de esta plaza triangular es el stadhuis (ayuntamiento), de estilo renacentista, original del siglo XVI. En su enorme fachada presenta una combinación fantástica del estilo flamenco y el renacimiento italiano.

Tiene más hitos: la fuente, los ornamentados guildhalls o casas gremiales (la más alta y merecedora de una foto es la número 7) y la aguja de la catedral gótica, que se alza por encima. La estatua del mítico fundador de la ciudad, el romano Silvio Brabo, preside la plaza. Es una estampa típicamente europea que se disfruta mejor en su sector central, sentados en una terraza al aire libre con una buena cerveza belga en la mano. O quizá unos gofres: un buen sitio para probarlos es Désiré de Lille (Shrijnwerkersstraat 14-18).

Junto a la Grote Markt, al sur, hay otra pequeña plaza triangular (Handschoenmarkt) que conduce a la Catedral, donde se pueden contemplar obras de Rubens y otros pintores del barroco flamenco. Y hacia el oeste se levanta el barrio de la moda, donde despuntan los nuevos diseñadores locales que han convertido Amberes en una ciudad muy innovadora. Hay circuitos especiales para descubrir esta otra cara de la ciudad, en contraste con el centro renacentista y medieval.

EL ZÓCALO (MÉXICO DF)
A la sombra de los aztecas 


Panorámica del Zócalo, en México DF.

Quizás esta gran plaza de cemento no esté entre las más bonitas, pero merece la pena visitarla por la vitalidad de su gente y porque representa, como ningún otro sitio en esta ciudad, la fusión de culturas que marcó la formación del país. Aquí se alzó el gran templo de los aztecas y se instaló el centro político y religioso de México-Tenochtitlan, capital de los mexicas. Por eso fue escogida por los conquistadores españoles para levantar su propio centro de poder civil y religioso y allí están, rodeando el enorme espacio de la plaza, la Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional, el Antiguo Palacio del Ayuntamiento y el Edificio del Gobierno. Al oeste, la plaza está rodeada por edificios administrativos y comerciales, como el Portal de Mercaderes.

El corazón histórico de Ciudad de México, oficialmente llamada plaza de la Constitución (aunque todo el mundo la conoce como el Zócalo), ha servido también como foro de protestas y conciertos, tablero de ajedrez humano y galería de altares durante el Día de los Muertos. Destaca la arquitectura monumental que la rodea pero sobre todo el constante ajetreo diario de su interior: urbanitas que beben cócteles, miles de turistas y hasta bailarines aztecas.

No faltan conciertos de grandes estrellas; las fiestas en El Zócalo pueden reunir a 200.000 personas.

PLAZA DEL IMÁN (ISFAHÁN, IRÁN)
Las mil y una noches


La perla de Persia es la incomparable plaza del Imán de Isfahán, del siglo XVII (más conocida como plaza de Naghsh-i Jahan), en torno a la cual se despliega una colección majestuosa de edificios islámicos, como sacados de una fábula. La plaza es enorme (más de 500 metros de largo) y está jalonada de exquisitos tesoros de color turquesa. La joya principal es la mezquita del Imán, cubierta por las típicas tejas de porcelana azul, en el extremo meridional, y al otro lado de la plaza está el portal de Qeysarieh, enorme puerta por la que se puede hacer una entrada triunfal al gran bazar de Isfahán. En medio se hallan la hermosa y delicada mezquita de Sheikh Lutfullah (con la cúpula más bella y la decoración más refinada de todo el país) y el palacio de Ali Qapu, donde nos odemos hacer una buena idea de cómo como vivían los sultanes en la época de los saváfidas, el siglo de oro de los persas. Desde el sexto piso del palacio, donde se encuentra el salón de los banquetes reales, las vistas sobre la plaza son espléndidas.

Se recomienda visitar este impresionante escenario por la tarde y mezclarse con los lugareños; cuando la luz se dulcifica, la arquitectura se ilumina y entran en funcionamiento las fuentes de la plaza. En uno de sus extremos, justo sobre la puerta de entrada al bazar, hay un encantador café con una terraza que es el lugar perfecto para sentarse a contemplar la que presume de ser la plaza más grande de Irán y una de las mayores del mundo.

DJEM’A EL-FNA (MARRAQUECH)
El gran teatro del mundo


Puesto de comida callejera en la plaza D’jema el-Fna, en Marraquech, al atardecer. 

Para resucitar cada noche la historia oral de Marruecos, la Unesco declaró la plaza D’jema el-Fna patrimonio mundial en 2001. Desde cualquier parte que se mire este teatro al aire libre de Marraquech se descubre un espectáculo. Encantadores de serpientes, tatuadores con henna y vendedores de agua ofrecen sus mercancías; los mochileros sorben zumo de naranja recién exprimido y los músicos gnawi acaparan la atención con sus alegres ritmos que hacen bailar las bolas de los fez y sonreír a los paseantes.

La plaza está a escasos metros de la mezquita Kutubía, que con su alminar parece dominar todo el espacio, aunque hay varios templos más modestos que también rodean la plaza. Si la tarde es fresca podemos calentar el estómago con una taza de té ginseng y canela de cualquiera de los carritos que pululan por D’jema el-Fna, porque lo más recomendable es estar dentro cuando cae sol y brotan cientos de pequeños restaurantes en el meollo de toda este bullicio.

Desde las 18.00 la plaza se llena de cocinas desmontables con mesas y bancos ofreciendo una velada de comida callejera que no tiene parangón en el mundo. Los tentadores aromas empiezan a flotar por la plaza y no resulta fácil decidirse. Hay cabezas de cordero, caracoles, kebabs, tajines, pescado, cuscús y ensaladas de todo tipo. Tampoco olvidemos la bebida: toda la plaza está rodeada de puestos que vendenaseer limoon (zumo de naranja) recién exprimido.


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