miércoles, 6 de agosto de 2014

EL IMPERIO DE LA TUTA

06 de Agosto 2014

Por: Rogelio Guedea

Los que creían que La Tuta era un tonto de babas, se equivocaron. Con el último video publicado (en donde se le ve conversar con Rodrigo Vallejo, hijo del ex gobernador de Michoacán), La Tuta envía un temerario mensaje: si caigo yo, caemos todos. El video, para empezar, ha sido ya validado por peritos de la Agencia de Investigación Criminal, de forma que ha quedado demostrado, primero, que el hijo del ex gobernador priísta Fausto Vallejo sí es quien conversa con el líder del cártel de Los Caballeros Templarios y, segundo, que no acudió a dicha cita, como lo declaró, debido a las amenazas que se le habían hecho a su hermano Fausto Vallejo Mora. Basta ver la conversación que sostiene con La Tuta (donde se muestra relajado y en completa camaredería con el capo, incluso bebiendo una cerveza bien helada) para demostrar que tal argumento, en lugar de salvarlo, lo incrimina más. La Tuta tiene, en más de un sentido, amordazada a la dinastía Vallejo Figueroa, ahora evidentemente implicada en sus alianzas con el narcotráfico. Si las averiguaciones judiciales se hacen en la debida forma sólo corroborarán lo que ya todos saben: que el ex mandatario Vallejo Figueroa fue el fundador (o continuador) del narcogobierno que dirigía los destinos de Michoacán hace apenas unos meses, con la ayuda, por lo visto, de La Tuta. Esto explica por qué, entonces, está encarcelado Mireles, líder de las autodefensas, quien será visitado por una comisión de Amnistía Internacional de Nueva Zelanda, y no La Tuta, y esto mismo explicará por qué, además, la Tuta seguirá libre, pues todos los implicados, muchos de ellos pertenecientes a las altas esferas del poder, saben que La Tuta guarda un arsenal de videos que los van a dejar a todos en la calle, desnudos de vergüenza (aunque nadie crea que la tengan) y con la boca tapada con cinta canela. Ahora que ya fue consignado Rodrigo Vallejo por encubrimiento, Mireles debería salir por desvelamiento de toda la porquería michoacana que la justicia mexicana, al fin ciega o cómplice, no quiere reconocer.


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